La fama de los nombres olvidados
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(primera vez por la OCG)
- Josep Pons
- director
Una relación similar se trazó entre Britten y Mahler, pese a que cuando el primero nació el segundo llevaba muerto dos años. El reconocimiento del sinfonismo mahleriano es algo que tardó en incorporarse a las grandes orquestas. El Mahler músico renació en la segunda mitad del siglo XX. Britten adoraba a Mahler. Sentía una afinidad especial por su música, pese a que para el gran público aún era un desconocido. Y entonces aprovechó su fama para recuperar a ese viejo olvidado. Tomó el segundo movimiento de la Tercera Sinfonía, What the wild flowers tell me, y reorquestó sus partes para una agrupación algo más reducida, consiguiendo que orquestas más pequeñas pudiesen acercarse a su música.
A diferencia de los ya citados, Bizet no precisó de ayuda extra para ser cabeza de cartel de teatros de ópera y salas de concierto. Carmen siempre será su obra más recordada. Una obra social, política, en donde confluyen géneros e ideas que hacen de ella una ópera especial. El mundo de la danza siempre la miró con bueno ojos, como si fuera una musa capaz de transportarse al lenguaje del cuerpo. La Carmen suite es un ejemplo de ese encuentro entre culturas, una conversación entre la ópera y la danza, entre Bizet y Rodion Shchedrin, quien transforma los cuatro actos de ópera en uno solo de ballet. Una confluencia de ideas similar a la que hubo entre Debussy y Satie, o entre Britten y Mahler. Pues siendo todos ellos padres de su propia fama, no todos la consiguieron a la par.
Texto: Nacho Castellanos Foto: Igor Cortadellas