La soledad de la almas nobles

Gustav MAHLER
Lieder eines fahrenden gesellen
(Canciones de un compañero de viaje)
(primera vez por la OCG)
Jean SIBELIUS
Sinfonía núm. 4 en La menor, op. 63
(primera vez por la OCG)
  • KARINA DEMUROVA
  • mezzosoprano
  • JOVEN ACADEMIA DE LA OCG
    Taller orquestal OCG - Real academia de BBAA de Granada
  • Hossein Pishkar
  • director
Colabora Covirán
Mahler siempre fue un espíritu romántico. Cabizbajo, de sombra enjuta y algo siniestra, pelos alborotados y anteojos estrechos, muy cerca de sus pupilas. Dickens habría escrito mil historias sobre sus amoríos y si el Fausto de Goethe gozase de algo más de humanidad, Gustav Mahler habría sido su nombre. La música de Mahler suele habitar entre las fantasías de los Hermanos Grimm y la naturaleza bucólica de Rilke. No es heroico, no busca la belleza de forma gratuita, pero es humano. Sus ciclos de canciones siempre generan atmósferas sonoras en donde el desamor y la naturaleza encuentran un espacio de conversación sincero. El desamor clava la flecha ensangrentada en el pecho del poeta mientras que la naturaleza abraza sus pesares transformando el llanto más amargo en el frágil piar de un ave indefensa. Sus Canciones de un compañero de viaje fueron las primeras en publicarse como ciclo. Responden a ese caminante tan típico del romanticismo alemán que se sumerge en las fauces del desamor frente a un paraje que parece responder a sus penas. La soledad del ser frente al mundo que le rodea impulsa todo un entramado de circunstancias casuales en la naturaleza, pero que el poeta intuye como respuesta a su mal de amor.

La naturaleza también fue el motor indispensable en la Cuarta Sinfonía de Jean Sibelius. Pero en esta ocasión él no participaba de forma activa en el paisaje. Tan solo era un mero observador frente a la brutalidad de los parajes finlandeses. Trombas de agua, borboteo de cascadas desenfrenadas y la parsimonia de los fiordos. Todo ello aderezado con ciertas tinieblas y fuegos fatuos de un Edgar Allan Poe que en aquellos tiempos inspiraba al compositor para dar música a su relato El cuervo. Sibelius nunca daría vida a la truculenta historia de Poe, pero es inevitable pensar que muchos de los esquemas musicales que realizó viven hoy en día en esta Cuarta Sinfonía.

Mahler y Sibelius encontraron en la soledad de las almas nobles un refugio creativo que les conectaba directamente con algo tan sencillamente incontrolable como la naturaleza. Y viendo cómo esta les respondía, decidieron dedicarle fragmentos musicales que cambiarían para siempre la Historia. Nuestra historia.

Nacho Castellanos